La semana siguiente, estábamos en un pueblo de Salamanca, y Beatriz nos dijo: «he recibido una información, debemos ir a un sitio que se llama Las Batuecas, no tengo ni idea de donde está eso». Yo le dije que sabía dónde se ubicaba, que teníamos que pasar por La Alberca y en dirección a Cáceres, ahí estaba Las Batuecas, cerca del monasterio de clausura de carmelitas descalzas, San José de Las Batuecas, así que, programamos el viaje para ir al día siguiente.
Partimos hacía La Alberca, y pasado el Puerto del Pico, entramos en el Parque Natural de Las Batuecas, un paisaje maravilloso de montañas llenas de árboles de varios tipos: pinos, castaños, robles, etc., con varios tonos de verdes. Simplemente al llegar al aparcamiento, ya sentíamos la energía de la naturaleza en estado puro, ¡una maravilla!
En el camino, los Maestros nos fueron diciendo que nos iban a hacer una alineación cuerpo-mente-alma para adecuar nuestros canales de energía y así poder recibir y ser capaces de mantener la vibración tan alta que íbamos a experimentar.
Comenzamos el camino de madera que llega hasta el monasterio, disfrutando del entorno, de los árboles centenarios y maravillosos que nos íbamos encontrando, del trinar de los pájaros; un entorno idílico para un retiro en la naturaleza. Llegamos al monasterio y cogimos el camino que bordea la orilla del río Batuecas, desde ahí. llegamos a una pequeña pradera y Beatriz nos dijo: «aquí es».
Nos cogimos de la mano, cerramos los ojos y como pasaba gente, nos envolvieron en una campana energética para que no hubiera ninguna influencia externa. Yo comencé a notar una tirantez como si me elevaran de la parte de atrás del cuello, una energía que me recorría toda la espalda y me conectaba con la Tierra… así estuvimos un tiempo mientras Beatriz nos iba describiendo lo que veía.
Cuando todo acabó, estuvimos en el rió con los pies descalzos sumergidos en el agua, nos invadía una sensación de paz y tranquilidad como solo se puede sentir en esos entornos. Diego experimento una conexión especial con la naturaleza, y recordó que había estado con San Francisco de Asís. Las mariposas revoloteaban a nuestro alrededor (¡cómo no iban a estar nuestras compañeras de viaje!). Beatriz recordó una escena que tenía que ver con el agua y un gran Maestro, y yo me enteré de otra vida que también tenía que ver con el agua y un gran Maestro. Fue un momento mágico para todos, son momentos que merecen la pena sentir y vivir, donde estás en comunión con la naturaleza y todo está bien, no hay discordias, no hay juicios, solo hay UNO. Nos dimos un abrazo y seguimos camino para seguir disfrutando del entorno.
Visitad Las Batuecas, es un entorno maravilloso y lleno de naturaleza viva.
¡¡¡Nosotros volveremos!!